Habitamos una ventana asombrada,
espacio dónde celebramos el reencuentro azul de los cuerpos
y el murmullo de aquel rio
resbalándonos por dentro,
caliente y
rítmico.
Me acuerdo de los fotogramas de luz evaporada
rasgando los cristales en hilachos vidriados,
y penetrando su silencio derramado por aquel cuarto
de hotel en la ciudad amanecida.
Los que resoplaron perezosamente sobre nuestra desnudez entrelazada.
Cerrándonos los ojos en visión
de piel humedecida.
Fotografías: Man Ray.
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