MÚSICO BAJO LA LLUVIA



Hace ya varios días que espero a la lluvia,
hay signos, oráculos y señales 
y algún olor transparente que nace indómito de los suelos 
incluso aquí en la ciudad,
premoniciones después de los telediarios
y el nuevo canto de los pájaros
volando excitados sobre los tejados quebrados de las calles
y en los pocos árboles que quedan ya en las avenidas
tiemblan también sus hojas esperando con el aire.
Los cristales de las ventanas de mi casa piden ser lamidos, 
agujereados por las lentes espesas y suspensas
y las paredes desconchadas de mi cuarto 
dibujan intensas flores de humedad.  
Pero nada, 
y el jardín continua huérfano
aunque yo permanezco oteando hacia arriba,
vigilando los tonos y los cambios cromáticos del cielo 
en su viaje hacia la densidad madura,  
esperando en mi piel el soplido de esa primera brisa que 
se levanta anunciadora cuando llega la hora 
y el casi imperceptible aunque rotundo silencio del preludio.

Mientras tanto, sólo puedo escuchar la afinación de los instrumentos 
en el latido de un corazón desafinado.

Será que aún hace falta recolectar todas las lágrimas del otoño?



Fotografía: Robert Doisneau

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