UNA CASA HABITADA POR EL CIELO



Nidos hechos de saliva y de pequeñas hebras vegetales
aureolan las ventanas de mi casa en Tánger,
dónde los vencejos se refugian en el interludio de su danza con el viento.
Mi casa, ya no es una casa asentada sobre los
cimientos estáticos de lo humano,
es una prolongación del cielo,
acariciada por las plumas de estos Señores del abismo.

He podido conocer algo más de estas aves,
ya que nuestra convivencia confluye entre paredes y brisas,
y en esa intersección se despierta la curiosidad por conocer al otro,
ese que nos acompaña día a día,
independientemente de la familia animal a la que pertenezca.



Son aves especialmente adaptadas para el vuelo y se les considera los verdaderos habitantes del cielo, sus alas son largas y estilizadas y los ingenieros se han inspirado en ellas para que el humano pueda imitar a los pájaros, pero si estos seres caen al suelo, es muy dificil que puedan retomar su vuelo, ya que su estructura osea esta diseñada para vivir en las alturas.

Los vencejos pasan la mayor parte de su vida en el aire; comen, duermen y copulan volando. Únicamente se posan para poner los huevos, incubarlos y criar a sus polluelos. Permanecen en vuelo ininterrumpido durante nueve meses al año. Las crías abandonan el nido por la mañana volando súbitamente, sin necesidad de aprendizaje previo, y no retornan a el jamás. De noche, estas aves se elevan hasta los 2.000 m de altura y allí duermen, volando. Durante su sueño el aleteo se reduce de los habituales 10 movimientos por segundo a tan sólo 7. Debido a sus extraños hábitos aéreos aún se desconocen muchísimas cosas de la vida de estas aves.

Es un ave migratoria que a mediados de verano aparece por casi toda Europa, norte de África y Asia Central mientras que en invierno se le encuentra en el sur de África. En el campo, anida gregariamente en taludes pero está especialmente adaptado a los asentamientos humanos. Forma sus nidos bajo cornisas y aleros de edificios y casas. Suele ser fiel a su lugar de anidamiento; vuelve a él y lo reconstruyen cuando hace falta.
El vencejo común se alimenta de minúsculos insectos voladores, el plancton aéreo, que atrapa con su amplio pico que mantiene constantemente abierto al volar. También recoge al vuelo los materiales con los que construye el nido. En cuanto a su reproducción, son de hábito monogámico y presentan un solo periodo de reproducción al año, en las áreas de migración estival.



Fotografía: Stanko Abadzic

1 comentario:

Helena dijo...

http://es.youtube.com/watch?v=R52iNrFKUSw&feature=related

No sé si te gustará Cortázar, el video es muy feo pero el sonido maravilloso.
Muy bonito el blog.